La infusión curricular permite una síntesis compresiva y
globalizada entre la formación académica y los conocimientos sobre el mundo del
trabajo.
Bisquerra (1990), la única forma de que el alumnado pueda
acceder a la orientación es integrando las actividades en el proceso educativo
y en la dinámica diaria del aula.
Se busca que el alumno descubra por sí mismo, a partir de
las experiencias de aprendizaje, las características del mundo que le rodea y
se prepara consecuentemente para formar parte activa de él.
El aprendizaje significativo y el interés por la enseñanza,
en este caso, se deben lograr a partir de las experiencias y la toma de contacto directivos con los
objetos de conocimiento.
Desde la educación sociolaboral se potencia una enseñanza
activa, experiencial y de indagación crítica sobre el entorno.
Desde la educación sociolaboral se adoptan estrategias de
aprendizaje tendencias a que el alumno viva experiencias socializadoras que le
lleven a entender y controlar las condiciones de su entorno.
Griffith (1984) nos relata dos programas de educación
sociolaboral en los que se pone un énfasis especial en el aprendizaje
experiencial:
1. Una de los programas se apoyó en el aprendizaje
experiencial y de exploración ocupacional para mejorar las habilidades
heurísticas del alumnado de la escuela media y para reforzar los aspectos
básicos de la escritura, lectura, matemáticas y ciencias sociales.
2. Un proyecto similar de exploración sociolaboral y
aprendizaje experiencial fue puesto en práctica a partir de la cooperación de
una industria editora y los estudiantes de la escuela primaria.
Sensibilizar al personal de los centros educativos sobre la
necesidad de introducir la dimensión sociolaboral en el diseño curricular de
las áreas de conocimiento.